Experiencia de Ser Casa de Acogida Para Salem
Ser casa de acogida es una experiencia que nunca pensé que fuese tan gratificante.
Hablamos del daño, de la reparación del daño y del trauma. Eso me hizo pensar en Salem, lleno de miedos y carencias, y me dije que se merecía una oportunidad para poder tener una familia.
Su evolución ha sido enorme; es un gran resiliente que, sin una casa de acogida, no hubiese sido posible.
Ahora es juguetón con sus hermanos michis de acogida, risueño y muy amoroso y cariñoso conmigo. Está listo para tener una familia.
Yo seguiré siendo casa de acogida todas las veces que se me necesite.
¡Fuerza gatuna!
– Ana Rosa Vallejo Durán